Nuclear, sí. Por supuesto

Necesitamos más energía atómica en Andalucía
A principios de 1982, una extraña banda futurista irrumpió en el efervescente panorama musical español. Vestían monos negros y gafas de protección industrial bajo el seudónimo de Aviador Dro y sus Obreros Especializados. Su primer tema fue un puñetazo en las higadillas: Nuclear, sí. Por supuesto. La letra ponía del revés los principios básicos en que se sustentó el movimiento posthippie y la revolución ecologista:
“Yo quiero bañarme en mares de radio
con nubes de estroncio, cobalto y plutonio.
Yo quiero tener envolturas de plomo
y niños deformes montando en sus motos.
Desiertas ruinas con bellas piscinas ,
mujeres resecas con voz de vampiras
mutantes hambrientos buscando en las calles
cadáveres frescos que calmen su hambre“
No pensábamos entonces que cuarenta años después un diputado del Parlamento andaluz iba a tener las agallas de plantarse ante el cementerio nuclear de El Cabril. Y no para exigir el cierre de unas instalaciones cuyos residuos radiactivos provocan graves efectos contaminantes y distorsiones celulares en la cadena alimentaria durante más de 300 años. No. Sino para pedir larga vida a la energía atómica y al combustible gastado de sus reactores, portador de una radiactividad altamente dañina que hipotecará el planeta por miles de años y para la que la ciencia aún no ha encontrado manera de reciclarla.
El señor Gavira, portavoz de Vox en la Cámara andaluza, no se presentó en el almacenamiento nuclear de Hornachuelos provisto de un mono negro ni de gafas de protección industrial. Ni siquiera enarboló la letra provocadora y mordaz de Aviador Dro y sus Obreros Especializados. Al señor parlamentario lo que le pone es combatir la dictadura progre y el discurso woke de los “fanáticos del clima”. Esos lunáticos que se han inventado la chaladura del calentamiento global para dinamitar los cimientos de la tradición, el creacionismo y el orden natural de las cosas.
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